Sé que muchas personas han estado esperando este artículo y me disculpo por no haberlo publicado antes pero estos últimos días yo y el equipo de Miss Rizos estuvimos fuera de la ciudad trabajando en algo que fue planificado antes de que sucediera este incidente.
Para detalles sobre el incidente que sucedió en el bar Santo Libre en la Zona Colonial pueden leer este artículo y este.
Cuando llegué a mi casa esa noche (5 de julio), llegué con un dolor de cabeza enorme y con el mismo enojo, rabia y shock que sentí cuando mis amigas y yo fuimos negada la entrada a este establecimiento. Esta misma noche uno de los dueños me llamó por teléfono indignado por lo que había sucedido. Hablamos como por 25 minutos yo contándole lo que me pasó y el diciéndome que no lo podía creer porque ese no era el lema de ellos. El sonó muy sincero en el teléfono y me pidió mil disculpas y prometió que investigaría el caso en la mañana ya que el no estaba en el bar esa noche. Esta llamada fue antes de que la historia que subí en el Facebook de Miss Rizos se volviera completamente viral.
Al día siguiente decidí llamar a una abogada, Crystal Fiallo, que conocí dos años atrás mientras hacia una entrevista en la radio. Cuando nos conocimos ella me dijo que le encantaría colaborar con Miss Rizos y se ponía a nuestra disposición. Lo irónico de esto es que yo y ella ya teníamos una reunión pautada para ese lunes para discutir los casos que me han llegado de mujeres que han sido discriminadas en sus empleos. Después que le conté lo sucedido ella me dijo que me representaría. Siguiendo sus indicaciones, yo no volví hablar con los dueños después de esa primera llamada. Desde ese momento ella facilito toda comunicación entre nosotros.
La idea era hacer una denuncia legal contra el bar ya que existen leyes como la Resolución 0051 al igual que el Artículo 39.-Derecho a la igualdad en la constitución que amparan a personas que hayan sido discriminadas, en especifico en espacios nocturnos, restaurantes, y otros lugares de esparcimiento. La persona encargada de DDHH en la Procuraduría también se mostro increíblemente interesada en el caso, al igual que otros tomadores de decisiones.
Durante todo el día del domingo yo me la pase hablando con activistas, personas aliadas y mi abogada sobre mis opciones y sobre lo que debería hacer. Lo que no hice fue hablar con la prensa o contestar sus solicitudes, ya que en ese momento no nos iba a servir de nada.
Los dueños del espacio querían que yo me sentara hablar con ellos, conocerlos y entender que su bar no era un lugar que discriminaba a personas por llevar el cabello natural ni por apariencia física más allá de la vestimenta (no chancletas, bikinis etc.). Yo me vi con dos opciones hacer una demanda la cual hubiese probablemente resultado en una multa para el local, o sentarme con los dueños y ver como de esta experiencia podíamos sacar una oportunidad para educar a un grupo de personas que seguirían formando parte de esta sociedad.
Yo opté por la segunda opción por muchísimas razones. Primero porque realmente quería escuchar lo que estas personas me iban a decir, como me iban a justificar lo que sucedió, y como pensaban remediarlo. La segunda razón fue que (y creo que esto fue lo más importante para mi abogada y para mi) ellos mostraron una gran disposición para hacer lo que yo pensara necesario para corregir y prevenir este incidente. Así que decidimos reunirnos el martes en el mismo Santo Libre.
Para mi no fue lo más fácil volver a un lugar donde se me negó la entrada por algo tan mío y natural como mi cabello, pero sabía que al final del día este incidente era mucho más grande que yo. En la reunión estaban 3 de los 4 dueños, los cuales no estaban presentes el día del incidente. Comencé contándoles exactamente lo que pasó. Quiero que sepan que el estar frente a 3 dueños de un negocio y su abogado no me intimido para nada, digo esto para que entiendan que en esta reunión no fui la Carolina que quizás ustedes conocen. Fui una Carolina un poco más firme y dura, aunque con la mente abierta y lista para llegar a un acuerdo.
Luego de contarles todo, ellos primero me pidieron disculpas y asumieron responsabilidad de lo sucedido. Me contaron que el empleado (portero que me negó la entrada) sólo tenía 6 días trabajando en el espacio y sus acciones no representaban el bar y que el joven fue despedido el siguiente día. Luego explicaron que el gerente obviamente no actuó correctamente y no hubo un buen servicio al cliente ya que el nos dejo afuera discutiendo con el portero y no tomó control de la situación. Recuerden que cuando yo le comenté lo que sucedió al gerente, el me dijo que ellos no tenían esa regla, bajó conmigo y yo esperaba que hablaría con el portero y remediaría la situación, pero no lo hizo. Por otro lado los otros dos empleados que se encontraban al lado del portero no pertenecían al local, eran parqueadores de una compañía de taxis.
Ronny, uno de los dueños, solo me miraba muy atentamente cuando hablaba y noté una empatía sincera de su parte. Me dijo que podía imaginarse todas las emociones que sentí mientras bajaba las escaleras con el gerente. Cuando le comentaba de otros atropellos que enfrentan las mujeres con cabello afro en el ámbito laboral y en otros espacios los chicos se mostraron indignados. Luego Crystal facilitó la conversación de los pasos a seguir y llegamos a estos acuerdos:
- Restitución en el puesto de trabajo de seguridad del local Santo Libre del empleado despedido por el incidente ocurrido en fecha cinco (5) de julio del año en curso.
- TODO el personal involucrado con el establecimiento Santo Libre: propietarios, administrativos, personal de barra, camareros, limpieza y seguridad debe participar en un taller de sensibilización de temas raciales y de discriminación en la República Dominicana
- Santo Libre servirá de espacio de reflexión sobre el tema de la discriminación por apariencia por lo que hará un evento para tales fines y será coordinado con Miss Rizos o cualquier entidad que promueva la no discriminación.